Palabras de las fundadoras del proyectSaku Uchida

Antes de hablarles sobre la razón por la cual yo quiero presentar las Hanabi en Ecuador para festejar los 100 años de amistad, debo hablarles de la historia de la comunidad japonesa en el Ecuador y el lugar donde yo crecí.

Yo soy una japonesa de segunda generación nací en Quito, la capital del Ecuador y es también donde viví mi infancia.
Hasta cumplir los 14 años, que es cuando dejé mi hogar para ingresar a la secundaria en Japón, fui alumna de la Escuela Japonesa en Quito, una escuela bajo la supervisión del Ministerio de Educación de Japón.

Tomando como centro a Quito, en el Ecuador existe una pequeña comunidad de Japoneses.
Una colonia conformada por miembros de empresas internacionales, de la embajada de Japón y JICA junto a unos cuantos residentes. Es una colonia en la cual el relevo de sus miembros es tan continua que luego de 10 años las únicas caras conocidas son esas pocas familias de residentes.

Es una comunidad pequeñísima a comparación de Perú, Colombia y Brasil. Aun así cuando yo empecé mis estudios la comunidad japonesa del Ecuador vivía sus años dorados y contaba con muchos miembros.
La economía del Ecuador también era un factor, en ese entonces había un boom petrolero y las compañías internacionales enviaban nuevos miembros anualmente.

Mis compañeros en la escuela también cambiaban tanto que recuerdo que entre marzo y abril íbamos al aeropuerto a cada rato ya sea para despedir a alguien o darle la bienvenida a una nueva familia.
Por más que nos volvamos buenos amigos solo estarían 5 años máximo, muchos se regresaban a Japón luego de 2 años.
Pero era muy emocionante conocer a nuevos amigos que venían de un país más sofisticado y colorido.

Pronto la cantidad de familias japonesas fue decreciendo y para cuando yo entré a la secundaria el número de alumnos de todo el colegio bajo de 45 a 18.
El número de japoneses decrecía junto a la economía del Ecuador y la preocupación de la estabilidad política.

Fue imposible mantener la escuela con tan pocos alumnos y no hubo más opción que cerrar la escuela, actualmente el campus es utilizado para clases suplementarias de japonés.

Es ahí en donde conocí a Ayumi Miyaura.

Casi todos quienes crecieron junto a mí, al igual que yo, están viviendo sus vidas lejos de Ecuador, pero con un trocito de Ecuador en su corazón.

El celebrar 100 años de relaciones amistosas es también un hito para la historia de esa pequeña comunidad japonesa.
Esa historia que es como un hilo muy delgado, pero cuanto esfuerzo y cuanto amor se le ha dedicado.
Yo que he vivido una corta parte de esa historia pero aún ahora me sigue protegiendo el esfuerzo de nuestros antecesores solo el imaginármelo trae lágrimas a mis ojos.

El esfuerzo de todas esas personas que mantuvieron vivo un idioma endémico de un país aislado al otro lado del mundo me permite que hoy yo pueda hablar japonés.
En una era en que no existían tantas herramientas como ahora, incluyendo el internet, ese esfuerzo no se lo puede definir tan solo como una dificultad.

Cuando escuché Ayumi su sueño de ver las Hanabi de Japón en cielos ecuatorianos, se convirtió también en mi deseo.

Quiero mostrarle esas flores fugases, a esas personas que tanto quiero, quienes en la carrera de relevo de una cultura a través de generaciones mantuvieron la antorcha encendida, a todas esas personas que son los actores actuales de esa carrera y para todos aquellos que continuarán con los esfuerzos de sus antecesores

Creo que es la mejor manera de demostrar la gratitud y aprecio, el amor, de compartir sus dolores y tristezas y elogiar sus esfuerzos

Así como yo viviendo lejos del Ecuador, que es mi hogar, me lleno de alegría cuando lo siento cerca.
Creo que es lo más apropiado el regalarles a esas personas que viven en Ecuador lejos de su hogar un arreglo floral junto a las estrellas

Y no solo es el lugar el que importa, sino también junto a quien se ven las Hanabi.
Si esta se convierte en una oportunidad para reunir a todos quienes estamos esparcidos por el mundo, sería una gran alegría el festejar estos 100 años junto a todos sus actores.
Y sé que ese momento quedará en mi corazón, llenándome de orgullo de ser parte del Ecuador

Mi deseo es el iluminar los pedacitos del Ecuador en el corazón de cada uno con la luz de las Hanabi.

Palabras de las fundadoras del proyecto

Este proyecto tiene sus inicios en el cariño
de dos jóvenes japonesas por Ecuador.